sábado, 22 de septiembre de 2012

GEORG WILHELM FRIEDICH
Constanza Fraume Restrepo

Hegel (1770-1831) filosofo alemán, máximo representante del idealismo y uno de los teóricos mas influyentes en el pensamiento universal desde el siglo XIX, creció en un ambiente de pietismo protestante consagrado estudioso de  los clásicos griegos y latinos mientras estuvo en el gymnasium de su ciudad natal. 

Influido por las ciencias religiosas, al completar un curso de Filosofía y Teología, y decidir que no quería seguir la carrera religiosa, en 1793 comenzó a ejercer como preceptor en Berna (Suiza)

Las ideas de los grandes pensadores griegos, fueron de indudable impacto e su espíritu investigador y visionario;  también conoció las obras del holandés Baruch Spinoza, del escritor francés Jean-Jacques Rousseau y de los autores alemanes Immanuel Kant, Johann Gottlieb Fichte y Schelling. 

El propósito de Hegel fue elaborar un sistema filosófico que pudiera abarcar las ideas de sus predecesores y crear un marco conceptual bajo cuyos términos tanto el pasado como el futuro pudieran ser entendidos desde presupuestos teóricos.

En el proceso de análisis de la naturaleza del espíritu absoluto, realizó contribuciones fundamentales en una gran variedad de campos de la reflexión humana, que abarcan la filosofía de la historia, la estética y la ética social. 

Sus ideas sociales y políticas se muestran de forma más asequible en sus discusiones sobre moralidad (Moralität) y ética social (Sittlichkei). En cuanto a la moralidad, el bien y el mal son aspectos que conciernen la conciencia individual, desde los que se avanza hasta el nivel de la ética social ya que, según Hegel, el deber no es en esencia el producto de un juicio individual. 
En su sometimiento a esa voluntad general es el acto propio de un individuo libre y racional. Hegel aparece así como un filósofo conservador, pero no hay que deducir por ello que su obra apoye el totalitarismo ya que también afirmaba que la limitación de la libertad por parte del Estado es inaceptable en el orden moral.

Sus obras mas principales: Fenomenología del espíritu (1807), Lecciones de historia de la filosofía (1833-1836) y Lecciones de filosofía de la historia (1837).
Con Hegel, el idealismo alemán adquiere su máxima expresión y desarrollo y abre un horizonte de reflexión filosófica que, con su perspectiva y problemática, se arraigó profundamente en el pensamiento filosófico posthegeliano. Indudablemente, Hegel expresa la síntesis última y plena realización conceptual de ese movimiento filosófico que tiene sus raíces en Kant y que continúa ulteriormente en Fichte y Schelling. Esto se puede constatar —sin profundizar desde luego en la cuestión— al analizar los temas mejor logrados en la filosofía hegeliana —una concepción clara de la dialéctica de lo real y una concepción totalizadora del proceso histórico— que, de algún modo, ya se venían prefigurando en la problemática pre-hegeliana, especialmente en los autores mencionados. Como escribe E. Terrón, en el “Prólogo” a la Introducción a la Historia de la filosofía de Hegel: “la filosofía de Hegel es la última gran filosofía especulativa. En ella finalizan y se articulan todos los movimientos del pensamiento del pasado. La filosofía de Hegel contiene todos lo momentos del desarrollo del pensamiento… pero superados   y unificados”.

Con todo, la importancia de Hegel no se agota ni por expresar el punto más alto de la reflexión idealista alemana ni por estar operante en el pensar filosófico moderno, sino por otros motivos, entre los que sobresalen los siguientes: en primer lugar, con Hegel la sociedad burguesa cobra, la más alta comprensión de sí misma; o, mejor aún, en el pensamiento hegeliano se expresa —como quizá en ningún otro pensador anterior o posterior— la visión   más elaborada que la modernidad burguesa puede lograr de sí misma. Y, en segundo lugar, el pensamiento teológico hegeliano desarrolla una serie de supuestos que serán claves en la reflexión teológica del   XX.   
LA FILOSOFÍA DE LA HISTORIA EN HEGEL Y KANT
Si bien para esta propuesta hemos elegido  también lo comparemos con Kant, para darnos oportunidad de exponer, asimismo algunos avances que no fueron recogidos por Hegel, pero sí por Kant, sin descartar mi reconocimiento personal en cuanto a  que la filosofía de la historia de Hegel es mucho más amplia que la de Kant.
“El verdadero ser es la idea”,  nos dice Marcuse en referencia a Hegel, pero esta misma se revela a sí mismo, en el espacio en forma de naturaleza y, en el tiempo en forma de espíritu. Entonces se afirma “la historia del mundo es una exposición del espíritu en el tiempo”.

Hegel mismo dice “la razón es la soberana del mundo” y explica que esta es una hipótesis, y que “en la historia, el pensamiento tiene que estar subordinado a lo dado” por lo tanto a la experiencia. Pero muy poco dura esta experiencia, pues para utilizarla primero se tiene que dar oportunidad al filósofo para que realice las categorías y la teoría a utilizar. Las categorías deben ser verificadas por los hechos y la teoría. Las categorías no son sino los conceptos de la dialéctica.
Si partimos desde esta introducción, por el lado de Kant, del que hacemos una interpretación, diremos. Lo que para Hegel es el Idea, para Kant es el Creador, que aunque lo dice una sola vez en el texto analizado, sólo este realiza la naturaleza que conforme a las palabras de Kant podemos hablar de una “naturaleza-providencia”, que guía a la libertad humana.
Las teorías del siglo XVIII mencionan que la historia es progreso, la burguesía de la Ilustración usaba esta palabra, y como buen ilustrado Kant también lo hacía, pues la iluminación, la ilustración vendría sólo cuando la humanidad cumpla la “mayoría de edad” que es pensar por sí mismo, utilizar la razón por sí, cuando se le otorgue la libertad de proferir intelectualmente en público y, en su época decía Kant, no estamos en una época ilustrada pero si de ilustración. El  rey Federico ha dado el ejemplo, dice el mismo autor, para subir de la minoría de edad, con la libertad de religión. La exposición de los demás ilustrados es la misma: Las fuerzas materiales e intelectuales harán del hombre el dueño de la naturaleza y comenzará la historia de la humanidad, o por lo menos la verdadera.
 “El progreso implicaba que el estado de cosas existentes iba a ser negado y no continuado” pero, Hegel piensa que la historia ha encontrado su fin. El fin de la historia es la lucha por la libertad que es el único contenido de la misma. El concepto de libertad misma se “adecúa” al concepto de propiedad privada.
Como ya se planteo el ser verdadero es la razón, y  el motor de la historia es el espíritu. Si el hombre es parte de la naturaleza este tiene un papel material en la historia, porque también es un ser pensante. Hay una doble universalidad en el mundo del hombre, una subjetiva que le eleva desde sus condiciones particulares y una objetiva que desarrolla al sujeto por las cosas exteriores. Se aprehende “el contenido de la historia a través de conceptos generales” como el de nación o Estado, sociedad, despotismo, democracia etc. Y se avanza hacia el concepto de que lo universal se afirma en los individuos históricos, la esencia del universal es el espíritu, y la esencia de éste la libertad. La libertad culmina cuando conoce y posee al mundo como suyo. “La historia del mundo no es otra que la del progreso de la conciencia, de la libertad” dice Hegel.

Para el pensador alemán, las acciones del hombre provienen de sus pasiones, afectos, que son el “resorte” que lleva a los individuos al progreso del espíritu, para avanzar hacia la libertad. El espíritu utiliza a los individuos como instrumentos, yo diría como esclavos: el hombre es esclavo de la razón. A veces parece que este desarrollo se detiene, pero son interrupciones superables. Se asegura, que las tendencias que luego son leyes históricas solo se originan en el hombre y se vuelven actuales solo en su práctica consciente, el progreso dependerá de “la habilidad del hombre para captar el interés universal de la razón y de su voluntad y sus esfuerzos para convertirlos en realidad”.  Los intereses de los hombres históricos que surgen solamente en grandes momentos de “colisiones” “identifican” sus intereses con los intereses de lo universal, que actúan para llegar al objetivo de la razón, aunque son también meros instrumentos del desarrollo histórico.

Kant nos dice, algo muy similar, que no importa el concepto metafísico que se tenga de la “libertad de la voluntad” pero lo que si asegura es que “las acciones humanas están determinadas por las leyes de la naturaleza”: los hombres y los pueblos no siguen sus intenciones sino “persiguen, sin advertirlos, como si fuese un hilo conductor, la intención de la naturaleza”, el hilo conductor de la razón. El hombre no tiene un plan pero la naturaleza sí. Descubrir la intención de la naturaleza posibilitaría una historia, conforme con determinado plan de la naturaleza.
Lo que podemos decir de los textos analizados, desde este punto de vista, en Kant, el hombre por lo menos mantiene su carácter humano, la posibilidad de hacer realidad los designios de la ilustración mientras que Hegel, no da oportunidad, como ya vemos, a la realización del hombre. Tal vez podemos decir, que en Hegel la libertad llega con el Estado en la realidad; pero en su filosofía, sigue siendo siervo de la razón.
La historia aparece como “el banco del carnicero en el que se han sacrificado la felicidad de los pueblos, la sabiduría de los estados y la virtud de los individuos”, este sacrificio por utilización del espíritu es lo que denomina Hegel la “astucia de la razón”. Los hombres no cosechan el fruto de su labor, lo que sí harán las generaciones futuras. Kant, como para explicarnos lo que antes dijo, asienta en el principio,  “el hombre no debe ser conducido por el instintito, ni cuidado o instruido por conocimientos innatos; antes bien, ha de lograr todo por sí mismo”,  entiéndase lo dicho: como guiado por la naturaleza, y ésta, no atendió tanto al bienestar como “a la propia estimación racional del mismo”, concluyendo, nos dice, “las viejas generaciones sólo parecen impulsar sus penosos trabajos en provecho de las futuras”, viviendo las anteriores en la infelicidad y el sacrificio. Kant nos da la oportunidad de que el hombre se realice, de que tenga dignidad, de que se estime a sí mismo; nuestros antepasados serán los infelices, los que vienen cosecharan los frutos, mientras Hegel de forma fría dice “los individuos fracasan y pasan; la idea triunfa y es eterna”.

Aquí pareciera que a pesar de haber elegido a Hegel como tema central de este Ensayo, me  hubiése desviado al pensamiento nominal de Kant. Sin embrago, considero que en aras de la objetividad, es imposible hablar aisladamente de cualquiera de los dos, porque esta dualidad de pensamientos, es lo que ha constituido la médula del pensamiento socialista.

Marcuse se refiere a Kant afirmando que éste se ha rehusado a contar con que el hombre es un mero medio, de que es contradictorio a su naturaleza, lo que nos parece sensato decir, es que, este no ha hecho esclavo al hombre de la razón, sino que un poco de libertad en su voluntad inmiscuido en el plan “oculto” de la naturaleza. Para Hegel el hombre puede ser un fin en sí mismo, solamente  “en el dominio de la moralidad y la religión”.

El espíritu quiere realizar la libertad, y solo puede materializarse a sí mismo, en el reino de la libertad: el Estado. La que tiene formas distintas y concretas: cuando sólo un hombre es libre, se da el despotismo oriental; cuando algunos son libres, la democracia aristócrata griega; y cuando todos son libres, la monarquía (germánica). Es decir, es la misma lucha del espíritu por la libertad. En la monarquía se garantiza el derecho y las leyes apegadas a la constitución (que es la fuente de la libertad), hay un señor y no hay siervos, pues se deroga la servidumbre. La libertad da sus inicios con la propiedad, la ley defiende este derecho de propiedad, y el Estado limita los posibles antagonismos.
Para nosotros la Monarquía no es sino una forma de gobierno en la que se instaura una burguesía temerosa.
Hegel cree en una Monarquía en la que haya un señor que haga progresar la razón, Kant escribe en el sexto principio: se tiene la “necesidad de un señor” que imponga los límites de la libertad a todos, incluso a él, para ello tendrá que obedecer a una “voluntad universal”. Este hombre se escogerá de entre los hombres pero no se advierte como se solucionara el problema de que el también necesita un señor, por ello debe ser justo por sí mismo. Kant dice “tan nudosa es la madera de que está hecho el hombre que con ella no se podrá tallar nada recto”. Nos parece que Hegel sin lugar a dudas leyó muy bien esta parte de Kant. Con la diferencia de que Kant tiene un poco más de instinto antropológico.
Se habla también de un espíritu nacional, pero que está supeditado al espíritu universal, y se afirma que cada nación será juzgada de acuerdo con las contribuciones para la autoconciencia de la libertad. Las naciones que contribuyen en mayor medida son las naciones histórico-universales. Las otras tienen un papel secundario.

Kant nos dice, en el cuarto principio, que la naturaleza se sirve del antagonismo como la “causa de su orden regular”, el antagonismo es “la insociable sociabilidad de los hombres”. Nos expone que el hombre se siente tanto inclinado a la sociabilidad como a la individualidad y que de esa incompatibilidad ha surgido el avance en la cultura, el talento, la ilustración. El hombre quiere “concordia”, la naturaleza “discordia”. De esta vienen  los males pero también nuevas fuerzas. Y a manera de de teoría del Estado: es el “magno problema” establecer una sociedad civil que administre el derecho de modo universal. Es encontrar el desarrollo de todas las disposiciones de la naturaleza solo en la sociedad donde exista el máximo de libertad, por ello “el antagonismo universal de sus miembros” pero que, haya determinación y seguridad de “los límites de la libertad”. Que “impere una constitución civil perfectamente justa” es la suprema tarea de la naturaleza. Por la insociabilidad los hombres se sobrepasan los unos a los otros, y crecen como los árboles de forma recta, porque tienden a disciplinarse los unos a los otros, si no en absoluta libertad, crecerían encorvados.
De acuerdo a la concepción de Hegel solo la naturaleza repite sus ciclos, mientras que la historia genera cambios. El cambio histórico es un desarrollo.
El sujeto pensante se actualiza hacia lo que fue potencialmente. El sujeto vive la historia y el Estado, le da las condiciones existenciales de ésta vida. El Estado existe como interés individual en medio de las acciones y los intereses de los individuos. El Estado trata de conservar el carácter adquirido, mientras el pensamiento es peligroso. El pensamiento se destruye a sí mismo, para ello Hegel fija su mito del Cronos.
El progreso histórico es precedido por el progreso del pensamiento. La libertad y la igualdad de los hombres también van en progreso. La historia tiende hacía la universalidad y la libertad subjetiva que se encuentra en la noción: que es la unidad de lo universal y lo particular y el reino de la libertad y de la subjetividad.
El la nación-estado de Grecia que es una sociedad casi natural, piensa Hegel que solo se admiten las leyes porque esta son leyes y hay que cumplirlas, y que todos lo hacen porque existe esta homogeneidad democrática, no existe corrupción y se puede delegar la voluntad de todos a algunos. Pero cuando se inaugura la individualidad subjetiva con Sócrates no puede seguir sobreviviendo esta sociedad, por lo que la misma sentencia que se da a Sócrates acepta, que aquella sociedad se está individualizando y progresando hacía una mayor libertad. Pero no la concreto, como si tuvo un mayor paso en el cristianismo, pero los curas tenían mayores privilegios que los otros, sólo con la Reforma protestante los servidores de Dios, los curas y los hombres comunes saben que poseen el espíritu divino. Marcuse dice que esta interpretación sobre la reforma es muy errónea.
Hegel no considera la historia del hombre como continuada, es la historia de su propia alienación. El hombre “se somete a los dominios de esas obras y como sembrador de cultura, siembra y “perpetua” su propia frustración. La historia del hombre es la historia del “extrañamiento” de sus propios intereses y de realizarlos. El ocultamiento del verdadero interés del hombre es la astucia de la razón. Es un elemento negativo que señala el progreso hacia un nivel más alto.

Con respecto a esto último, también hay algunas cosas en los párrafos anteriores, pero caen como anillo al dedo, los dos primeros principios de Kant: En el primer principio apunta, que “las disposiciones naturales de una criatura están destinadas a desarrollarse alguna vez de manera completa y conforme a un fin.” En un aspecto , expresa que las disposiciones de la razón no se desarrollan completamente en el individuo pero si en la especie. Es decir para sobrepasar la inteligencia que tenía antes. El hombre no vive tanto y tiene que trasmitirse de generación en generación, “quizás interminable” para llegar a la ilustración. Al grado de desarrollo de intención con la naturaleza.
Con respecto a esto podemos expresar que si comparamos, a la razón de Hegel y la naturaleza de Kant, de acuerdo a un punto de vista humanista, sale ganando la última. Los dos son deterministas, pero Kant abre el campo para que el hombre pueda cambiar ese determinismo.
Marx señalo cual es el comienzo y el origen de este “extrañamiento”, dice Marcuse de lo que nosotros manifestamos que el hombre en la comunidad primitiva vive de una forma tan igualitaria que hay ayuda mutua para la sobrevivencia, y solo con la ya lavada propiedad privada, por parte de Hegel, alumbra la historia el comienzo de la desigualdad, lo que para Hegel solo comienza con la sociedad griega, la que ya tiene esclavos. Pasamos de un salto al modo de producción feudal y de ahí a una forma de gobierno que anuncia el matrimonio de la burguesía con los cortesanos feudales: la monarquía. En la que Hegel cree que concluye la historia. Las formas de gobierno pueden ser variados pro lo que garantiza su esencia es su modo de producir las cosas, su distribución, en un concepto, el modo de producción. La formación económica social admite la convivencia de distintos modos de producción, pero en el capitalismo vaticina la destrucción de este y el salto revolucionario hacia una forma de estado en la que el hombre no sea homo homini lupus: el socialismo.

La posición de Hegel, el hombre es la canica de la razón, es incomprensible y si se quiere, alarmante al afirmar que, no importan nuestros intereses los de la razón. Nos encontramos con iguales sentimientos como con el mismo San Agustín con su “Ciudad de Dios” y la Ciudad de Diablo: todos tienen ya, escrito un destino, no importa lo que hagan, van a tener un destino en la hoguera eterna si han sido señalados como pecadores. Por pura comparación diríamos que con Hegel la hoguera y la salvación son una misma, aunque el hombre parezca títere y la razón el titiritero, el hombre es parte de la razón misma, lo que indica que la “frustración” no sólo es del hombre sino también de la razón.

LA ASTUCIA DE KANT
En los textos que  me he basado no se dice mucho respecto a la interrelación de los Estados de la teoría de Hegel, pero si lo advertimos en Kant, como ya lo hicieron algunos filósofos anteriores. Otro de sus  principios  nos habla de la “constitución civil” perfecta que para serlo debe saber de la “relación exterior entre los estados”, la misma insociabilidad provee de libertad a las relaciones exteriores, y cada estado debe esperar el mal que empujo. Tantos males, guerras, han sufrido, que la naturaleza los hace salir del salvajismo, de la condición sin ley para “entrar en una liga de pueblos en la que cada estado, aún el más pequeño, pueda esperar seguridad y derecho” por la “voluntad solidaria” de las naciones.
 Padecen conflictos, guerras, revoluciones, pero se llegará a tener una constitución civil interna y una “convención social y un legislación externa”, que alcancen una comunidad civil. Vendrán nuevas colisiones y destrucción pero, habrá una feliz contingencia, la ley del equilibrio, un “poder unido”, “una condición cosmopolita para la seguridad pública de los estados”. Estamos civilizados de forma saturada pero nos falta mucho para estar “moralizados”.
Son las palabras sabias de Kant que muchos políticos quisieran poner en sus discursos cuando se habla de la integración social. Pero en lo que aquí nos interesa Kant escribe que hasta los más pequeños estados podrán sentirse con seguridad y derecho, es una postura encomiable. Lo más cercano de los textos que analizamos respecto a Hegel, en cambio así como hay hombres históricos existen naciones-estados históricos que llevarán al progreso, a la libertad a la razón; los otros juegan un papel secundario. Se siente un gran nacionalismo, tal vez con la presencia cultural, tradicional en Alemania, pero lo cierto es que Kant tiende a lo que hoy quisiéramos que se digan de pueblos como el palestino.
El último  principio sintetiza sus enunciados al afirmar: “la historia de la especie humana” es la “realización de un plan oculto de la naturaleza” y con la intención de producir una constitución interior y exteriormente perfecta “podemos contribuir, por nuestra propia disposición racional, a que se acelere el advenimiento de un época tan feliz para nuestros descendientes”. La ilustración sale poco a poco, entremezclada con quimeras, pero se da ya “universal libertad de religión”. Tiene que llegar la ilustración al gobierno e influir desde allí. “El interés por la conservación del todo, lo que permite esperar que, después de muchas revoluciones y transformaciones, se llegue a producir alguna vez la suprema intención de la naturaleza: "una condición cosmopolita universal” en el que se dan todas las disposiciones de la misma.
Sobre este principio no pienso sino que hay que reflexionar mucho, para que se convierta en realidad. La felicidad universal de los pueblos sigue siendo una utopía.
Para puntualizar  que “el intento filosófico de elaborar una historia universal del mundo según un plan de la naturaleza”, con la “perfecta unificación civil de la especie humana” es posible. En la historia después de diferentes caídas, “siempre quedó algún germen de ilustración, que se desarrolla a través de cada revolución, preparando así el grado siguiente y más alto mejoramiento”.
Ya la antigüedad griega nos hablo del cosmopolitismo pero hasta hoy (año 2012) no la vemos cumplida. Las naciones-potencias de nuestros días han hecho lo imposible porque este objetivo se vea cada vez más lejano. No hay un fin de la historia como creyó Hegel, el fin de la historia solo llegará cuando se extinga la especie, esperemos a que no llegue ese día.












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